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Absolutismo desgastado

20 de Mayo de 2016 10:10:09 | 923 Lecturas | Via: ElSeptimoarte.com

Amanece, un dia mas, en el Palais. En el resto del mundo, a lo mejor no ha salido el sol. No se sabe. No nos importa. Estamos en el centro del universo. Lo demas, no existe. Los sirvientes hace horas que se han despertado y que estan en plena actividad., y es que todo tiene que estar a punto para cuando el Rey se despierte. Cuando este finalmente lo hace (a la hora que le sale de los reales cataplines), ya tiene a toda la corte sentada a su alrededor. Se han congregado, una vez mas, para presenciar el milagro de un nuevo dia junto al ser mas extraordinario jamas parido. El tipo, en realidad, es un gilipollas colosal, pero es que es parte de su encanto. Abre los ojos y los vuelve a cerrar... y los abre, y remuga, y eructa dos o tres veces. Y la gente rie. No para burlarse de su alteza, sino como muestra de adoracion y, por que no decirlo, sumision. Esto al Rey le gusta, y al ver que el publico le sigue riendo las gracias, decide esbozar la primera media-sonrisa de la jornada. Su habitacion ya es un clamor.

Sin tiempo a que se calmen los animos, entra en la sala un tropel de mayordomos con los manjares mas exquisitos que se pueden encontrar en todo el mundo. El festin de Babette era un comedor social (que si, un poco si...) al lado de esto. Por desgracia, la mayoria de platos se quedan tal cual. Intactos, sin mancillar. Hoy, su majestad se ha despertado con el apetito un poco perezoso, con lo que decide no darle demasiada caña al realisimo estomago. Poco importa, los perros se van a dar un atracon, y a los palmeros les estan sangrando las manos. Es que hay que ver como come la criatura. Con que elegancia, con que desparpajo... con que poderio. A cada bocado, la multitud estalla en la ovacion que se merece tamaño espectaculo, y a cada vitor, aullido y grito de animo, el cuerpo del monarca se va hinchando mas y mas. Es, talmente, el puto sentido de la vida... si entendemos esta como todo lo que se cuece en la Croisette, ese ostentoso corral que durante dos semanas al año, encierra a los egos mas monstruosos del planeta cine.

En estas que Albert Serra decide dedicarle un biopic a uno de sus alter egos historicos: Luis XIV. El auto-proclamado como Rey Sol del septimo arte (y si no lo ha hecho todavia, tiempo al tiempo) se queda fuera de la Competicion de la Palma de Oro (por razones / teorias que ahora mismo no vienen al caso), pero a casa (es decir, a Versalles) puede volver con la conciencia tranquila, pues suya es la que sin duda podemos considerar como una de las mejores peliculas de esta 69ª edicion. La idea de base es sencilla, tanto que aguantarla parece imposible. Pero claro, es que hablamos de Albert Serra, el que seguramente sea el mejor director de la historia. Esto es pan comido. Mas aun cuando el entendimiento con la figura retratada (insistimos en la teoria de que uno es reflejo del otro, y no preguntemos quien llego antes, porque nos llevariamos una sorpresa) es tan absoluto. Como si el director de Bañolas pasara, cada dia, por cada uno de los pomposos rituales de Luis XIV. Y si, conociendo al personaje... seguramente.

El caso es que durante casi dos horas, la accion, por asi llamarla, se concentra casi exclusivamente en la cama del rey moribundo. No hay spoilers que valgan, la unica incognita esta en saber cuanto tardara el tipo en tomar el ultimo aliento; en si lo hara antes el o nosotros. Pues por increible que pueda parecer, la experiencia se convierte en algo fascinante, en una experiencia unica y por ello, en una de estas que justifica todas las horas de cola de Cannes. De repente, ya no pesan tanto. De hecho, es como si nunca hubieran existido. La nocion del tiempo ha saltado en mil pedazos. Por el placer de lo que estamos viendo, y por el planteamiento formal de esto mismo. Serra sigue a lo suyo, desmitificando el mito; humanizandolo hasta convertirlo casi en caricatura. Hay iconoclastia en su trabajo, no hay dudas al respecto, pero tambien respeto, y aun mas amor. Tanto por el personaje como por un arte que se ennoblece a cada secuencia que pasa. Desde la de apertura, se pone ya sobre la mesa un exquisito gusto pictorico, que convierte cada imagen en una composicion digna de enmarcar. Se confirma asi la propuesta como una especie de sucesion de tabelaux vivants en la que un colosal Jean-Pierre Leaud muere (no se sabe si interpretando o si de verdad) en -gloriosa- camara lenta. El cine, convertido en esplendoroso ser moribundo. Albert Serra, quien firma su pelicula mas accesible de su filmografia (y aun asi, siempre en las antipodas de las necesidades del gran publico), rey de nada en Cannes. Como tenia que ser, como le gusta a el... como nos encanta a nosotros. A sus pies.

Con el otro gran ego de la jornada. Justo al contrario. Ni reverencias, ni palabras de agradecimiento, ni nada. Au contraire. Termina la sesion de 'The neon demon' al son de los insultos que brotan del patio de butacas. Todos ellos, en lengua española, of course. ''¡Onanista!'', suelta uno; ''¡Pajillero!'', escupe otra; ''¡Tonto del bote!'', remata la ultima. A los pocos segundos, y como ayer con Dolan, las redes sociales sacan humo. Se murio el Rey Sol, y se nos hizo de noche. Pero en serio, ni caso, que ya llevamos casi diez dias tragandonos, por lo menos, cinco peliculas al dia, y durmiendo, como mucho, tres horas. Normal que a estas alturas, el cerebro llegue algo (y muy) perjudicado... A lo mejor la culpa es nuestra, de nuestra actividad neuronal, que no esta a la altura de los iluminados que presentan sus nuevos trabajos aqui. En este sentido, puede que, de aqui veinte o treinta años (antes, es improbable), echemos la vista atras y encontremos en dicho film, el perfecto objeto de estudio historico. Porque para bien o para mal (por mucho mas de lo segundo), algunos salimos de la sala con el convencimiento de que lo que acababamos de ver, era historico.

Como lo fue, y como se ha acabado confirmando, aquel espanto titulado 'Showgirls', de Paul Verhoeven, reivindicada ahora por muchos estudiosos, como una de las peliculas mas fundamentales para entender los años 90. Y no solo hablan de cine, sino del geist, asi en general, de aquella maravillosa decada. Pues con Nicolas Winding Refn (o ''NWR'', como le gusta que le llamen), mas o menos lo mismo. Su nuevo trabajo gustara o no (a mi, si me preguntas, desde luego no), pero lo que no se puede discutir es que hay detras de ella la firme voluntad (incluso convencimiento) de estar filmando algo muy gordo. Una especie de testigo temporal. Para las generaciones futuras, para que sepan lo que fue vivir a principios del siglo XXI... o sin ser tan pretenciosos (¡por favor!) para que entienden que se estilaba en Cannes alla por esa epoca. Asi este ''Demonio de neon'', una pelicula quintaesencialmente cannoise. Una especie de manual (muy rancio, cabe añadir) sobre lo que es sexy y lo que, va, no lo es tanto.

No es que la pelicula este vacia (es que no lo esta... juega a serlo, que es diferente, y teniendo en cuenta su objeto de estudio, no es para nada una decision desacertada), tampoco es que tenga demasiada fe en un sentido de la estetica que hace tiempo que ha dejado de ser rompedor (bueno, de hecho es bastante esto, si). El principal problema de la pelicula es algo mucho mas primario y, por ende, importante. Es que es un maldito rollo. Mas que por la pobre (sino nula) construccion de los personajes y sus historias, por esa mania del director en regodearse en sus propias filias. Volvamos a los gritos. ''¡Onanista!'' Exacto. Verhoeven tambien peco de esto, pero al menos el tenia gracia (y mucha); Refn no. Cada concepto visual se estira al maximo en un tiempo que vuelve a quedar suspendido, en el limbo de las pasarelas de moda, hasta que todo pierde el poco sentido que llego a tener. Por cada imagen bonita (es que no llegamos ni a ''preciosa'') tenemos que comernos cuatro o cinco rutinarias (por muchos delirios de grandeza con los que esten cubiertas), y en cualquier caso, el regodeo es tal que cualquier amago de acierto cae en la mas irritante (y demasiado a menudo, ridicula) de las redundancias. Hasta la musica de Cliff Martinez suena fatal. Asi de gordo es el desastre. Y que viva, porque al menos tiene el valor de llevarse a si mismo hasta las ultimisimas consecuencias. Mas quisieran los mediocres tener ni que fuera la mitad de coraje. Refn, que es un genio (de los cojones) consuma el que seguramente sea su harakiri. No solo para el, sino para una manera de programar (hablamos del propio festival, si) que deberia al menos plantearse si algunos de los criterios fundamentales por los que ha estado seleccionando peliculas a lo largo de los ultimos años, han tocado o no a su fin. Si para esto tienen que servir despropositos tan monstruosos como estos, entonces bienvenidos sean.

Al lado de estas dos peliculas, 'Los exámenes', se quedo en algo casi insignificante. Seguramente porque hoy la cosa iba de triunfar o fracasar, pero siempre a lo grande. En un terreno intermedio se situa Cristian Mungiu, quien para la ocasion nos brinda un drama de lo mas representativo de la filmografia de su pais. Sobre el papel, el planteamiento y desarrollo de los diversos frentes es de pura orfebreria. Un juego de encajes virtuoso en el que las distintas facetas de las miseria humana se muestran en acongojante harmonia. Si hace dos dias quedo claro a Brillante Mendoza se atragantaba en su propia aglomeracion dramatica, aqui Mungiu cabalga imponente su propia ola, conjugando magistralmente las ruinas de lo personal y de lo colectivo. Lastima que la puesta en escena sea, tambien, muy de esas latitudes. Se impone ese calculo extremo en la realizacion, que si bien no fuerza la accion que se ve en pantalla, si que por el contrario priva a esta, casi por completo, de la capacidad para establecer contacto emocional con la audiencia. Con la frialdad del este (que no de este) nos topamos. Ideal para que el producto conserve sus cualidades transgresoras... no tanto para que nos lo acabemos de creer como la representacion de la realidad que, a fin de cuentas, debiera ser.

Mañana, mas.

por Victor Esquirol Molinas
@VctorEsquirol

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