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'Mucho ruido y pocas nueces': Whedon enamorado

20 de Diciembre de 2013 00:10:04 | 878 Lecturas | Via: ElSeptimoarte.com

Antes de 2012, año del gran terremoto causado por 'Los vengadores', Joss Whedon era poco mas que un artista de consumo casi exclusivo de los devoradores de titulos de culto. Si bien su nombre constaba como principal causante de grandes sensaciones de la pequeña pantalla como 'Buffy Caza vampiros' o 'Los Ángeles de charlie: al límite', consiguieron trascender mucho mas los nombres mas visibles de cara al publico. Sarah Michelle Gellar y David Boreanaz (y otros actores que seguirian sus respectivas carreras con mayor o menor exito) se quedaron con buena casi toda la fama, mientras el creador seguia a lo suyo, pariendo productos bajo una firma cada vez mas reconocible e igualmente reivindicando, poco a poco, una marca personal cada vez mas atractiva. La ruta marcada sufrio pocas variaciones hasta que la Disney, en una de las decisiones mas sabias de los ultimos años registradas en el siempre complicado terreno de produccion, decidio otorgarle el control casi absoluto de uno de sus proyectos ambiciosos.

Los superheroes de la Marvel llamaron a la puerta de Joss y este hizo que bajo su techo se sintiesen como en casa. El punto de inflexion que conoce la carrera de Mr. Whedon entre 2011 y 2012 es de los que hacen epoca. No solo hablamos de la que en un abrir y cerrar de ojos paso a subirse, con todo merecimiento, a uno de los cajones del podio dedicado a las peliculas mas taquilleras de la historia (consiguiendo ademas el favor de la critica), sino tambien de un prodigio titulado 'La cabaña en el bosque', con guion co-escrito por el mismo y con una distribucion pesima en determinados paises (ejem...) que pasa por ser una de las cintas de terror (y de ciencia-ficcion, y de fantastico en general) mas inteligentes y divertidas jamas concebidas. Hay mas, porque entre una cosa y la otra, o mejor dicho, justo (justisimo) despues de ambas, cuando el cuerpo le pedia a gritos un descanso, su mujer le recordo que aquel era quizas el momento ideal para hacer realidad, de una vez por todas, uno de los proyectos de sus sueños.

 

Para ponernos mas en situacion, resulta que por aquel entonces, Joss Whedon andaba liado con la posproduccion de la faraonica de 'Los vengadores', tarea igualmente titanica que, por acuerdo contractual, le concedio apenas dos semanas de descanso antes de rematar la faena. Dicho periodo de tiempo originalmente debia destinarse a un viaje para celebrar las bodas de porcelana entre el cineasta y Kai Cole, quien ademas de diseñar y decorar la mansion del primero, decidio, como ya se ha comentado, que mucho mejor plan era el de aprovechar para rodar una pelicula... en el mismo escenario que ella misma, de forma involuntaria o no, se habia encargado de preparar. Dicha alineacion de astros no es sino una de las muchas demostraciones de que detras de cada gran hombre, hay efectivamente una gran (o terrible) mujer. Para quien no haya tenido el gusto de conocerla (para el/ella, mis mas sinceras condolencias), Lady Macbeth ha constituido desde siempre una de las manifestaciones mas brutales de dicho principio.a puestos, la -privilegiada- mente que le dio vida y forma, fue ni mas ni menos que la del mismisimo William Shakespeare, quien aprovechara tambien el tiempo ''libre'' entre las distintas concepciones de sus grandes hitos dramaticos para dedicarse a dar a luz a sus grandes conquistas en el terreno de la comedia. Nos topamos ahi con titulos como 'Noche de reyes', 'Como gustéis' o 'Mucho ruido y pocas nueces'. Prohibidisimo hablar de ''obras menores'', sobre todo teniendo en cuenta que todas ellas sirvieron para confirmar el genio de un todoterreno como pocos se han visto a lo largo de la historia. Paralelamente, es muy comprensible la tentacion de tener en poca consideracion la pelicula que ahora nos concierne, mas aun teniendo en cuenta la envergadura (en lo que a nivel productivo se refiere) de los proyectos mas cercanos en el tiempo del mismo autor, sin embargo, lo que a fin de cuentas hace la adaptacion de 'Mucho ruido y pocas nueces' por parte de Joss Whedon no es sino dejar constancia del impresionante estado de gracia en el que ahora mismo se encuentra este.

 

Rodado literalmente en doce dias y fuera del alcance de la amplisima mayoria de radares de la comunidad cinefila, es este un filme de apariencias traicioneras. Su ficha artistica nos habla de una naturaleza ''amiguete'' (entre los interpretes que encarnan a los personajes de la obra, encontramos, entre otros, a Amy Acker, a Clark Gregg, a Frank Kranz, a Riki Lindhome, a Sean Maher, a Alexis Denisof, a Ashley Johnson y por supuesto a Nathan Fillion) y sus primeros fotogramas hacen lo propio de una ambientacion poco al uso (atras queda el alegre clasicismo de la estimable cinta de Kenneth Branagh, de quien sino). Si quieren añadir mas motivos que alimenten el desconcierto general, deben saber los interesados que lo ultimo de Whedon salio vitoreado de una plaza tan improbable como la del cine Prado, eterno emblema del Festival de Cine Fantastico de Sitges, que es donde la funcion fue presentada oficialmente en nuestro territorio.

 

 

Tanto un factor como el otro... y como el otro, a ojos de jueces poco pacientes, pueden ser vistos como sintomas que atestiguan el poco respeto del adaptador para con el material original, sin embargo no tiene que esperarse ni al comienzo del segundo acto para darse uno cuenta de que lo tiene ante los ojos es la plasmacion del mejor resultado a priori pronosticable. Para entendernos y para no andarnos con mas rodeos: Shakespeare es eterno, y a Whedon, aunque parezca (y solo parezca) que es sin querer, le sale todo redondo. Desmenuzado en dos puntos. Primero, el legado artistico del legendario dramaturgo ingles es una inagotable fuente de inspiracion (para aquel con la capacidad suficiente para aprovecharse -en el buen sentido- de ella) y gozo (especialmente para el poseedor de una sensibilidad que solo tiene que estar ligeramente por encima de la del cretino medio). Segundo, y viendo como han terminado sus trabajos mas recientes, no es descabellado afirmar que Joss Whedon tiene todos los numeros para convertirse (si no lo es ya) en uno de los llamados a darle un nuevo sentido (asi de ''Es más fácil para un camello'') a la industria (asi en general) del espectaculo.

 

Comics, medios online, teatro (de aquella manera), television y cine. Nadie se ha resistido (¿como podia?) a los encantos de este talento convertido en algo mucho mas grande (e importante) que uno de los grandes orgullos de la comunidad freak. En su 'Mucho ruido y pocas nueces', el blanco y negro y un breve prologo que rompe la santisima trinidad de unidades teatrales dan paso a unos titulos de credito que recuerdan a los de la mayoria de shows de la caja tonta (?). La mezcla de formatos, por supuesto, no es accidental. Es mas, la fusion entre las mas grandes artes escenicas va a ser el hilo conductor formal para una historia que ya conocemos, pero que aun asi no deja de sorprender. Las sagradas escrituras de Shakespeare son respetadas (aparte de alguna levisima adecuacion para los actores, solo se ha suprimido una referencia con connotaciones antisemitas, incomodidad mayormente atribuible, no lo olvidemos, al desarrollo de la Historia) hasta tal punto que se ha instaurado, a lo largo de toda la representacion, una inesperada -pero bienvenida- añadidura comica que de paso pone otra piedra en la desbocada construccion de la posmodernidad.

 

Los valientes caballeros de Mesina llegan en limusina al palacete californiano de su anfitrion, y no dudan en hacer una pausa cada vez que alguno de sus dialogos se regodea en anacronismos que por supuesto han sido deliberadamente conservados. Entre el cariño y la socarroneria (pero siempre bajo el mas solemne respeto, que no miedo), Whedon dialoga directamente con Shakespeare, riendose ''Enemigos: ecks contra sever'' el y en algunas poquisimas ocasiones, ''de'' el, que tambien esta permitido. Tambien lo esta el que a Claudio le de por atiborrarse de cocteles en la piscina de su futuro suegro, o el que a Leonato le parezca bien poner musica en el iPod para asi tapar sus -bienintencionadas- maquinaciones, o el que Dogberry sea un rechoncho guardia de seguridad con serios problemas con los pinganillos y los ordenadores. Asi, todo vale, porque todo cabe en el recipiente de la materia prima. Hasta los mecanismos de la sit-com de toda la vida. Con esta naturalidad y logica aplastante se mueve todo por el escenario.

 

Asi, los condes y las princesas (y viceversa) se dan cita para jugar, una vez mas, a lo que mejor saben. El baile de mascaras (con sus consiguientes enredos y malentendidos) esta servido y presentado a traves de un mimo sin igual por la palabra escrita (y hablada). El resto corre a cargo de una quimica encantadora y de una puesta en escena que no se mete donde no la piden, y que se muestra tan ligera y sugerente como la partitura de ''Sigh No More'', uno de los temas mas destacables, a la vez que reveladores, de la tambien muy acertada banda sonora. Y basta ya, porque los nobles italianos (¿o eran americanos?), y sobre todo, los imperecederos Benedicto y Beatriz, han vuelto a quedarse desnudos por obra y gracia de los caprichosos designios del corazon. El amor, que es lo que sin duda siente el alumno por el maestro, es lo que a fin de cuentas acaba desnudando tambien a un divertimento casi perfecto, pensado y ejecutado tanto para los profanos como para los puristas. Whedon adapta mas alla de la literalidad del texto; no recita, sino que hace suyo un tesoro que, por enesima vez (y que sean muchas mas), vuelve a ser de todos nosotros. Silencio, porque a partir de ahora hablan los clasicos, mas modernos que nunca. Y a disfrutar... con pareja o sin ella.

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